1. |
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La ciudad de tus días recordás,
pero no las podés encontrar la palabras.
Inexactitud, dejemos de hablar;
desandemos la noche con electricidad
aunque no llegue al rayo.
Qué otra cosa cabría esperar.
Quisiera no tomar tanto
y volver bien a casa.
De la multitud en la morada
perdimos el mediodía entre la claridad.
Inexactitud en tu mirada
quisiera volver a tener la oportunidad
de caminar en el pasto.
Pero ese rollo de pensar
quiere buscar bien alto,
bien lejos de casa.
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2. |
En fuego
04:32
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Veo el resplandror de la luz azul.
Te sacude la piel y los bancos duros
llenan la ciudad de verdadero dolor.
Los bancos duros, la luz azul.
El despertar de la población
tiene un sueño de oro, y pájaros profundos
salvan la ciudad de la duplicación:
vuelan sueños de oro, y los fuegos diurnos.
Todo lo que te hace mal no se va a agotar.
Todo lo que te sobra te va a quemar
cuando se convierta en fuego y el sol dé en los bancos duros.
Empujando el frío por el camino.
Todo lo que te hace mal no se va a agotar.
Todo lo que te sobra te va a quemar
cuando se convierta en fuego y el sol dé en los bancos duros.
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3. |
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Sal del desierto,
entra en el día.
Cerca del lecho, piedras.
Mira el reflejo,
entre los juncos
¿no escuchas a los perros ladrar?
Llegan al pueblo;
resto de brasas
en los hogares dejan.
Cauce de río.
En lo profundo
se ven las manos yertas.
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4. |
Crujen los autos
05:13
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Viene bajando por la avenida.
Toma la calle que se tiende veloz;
crujen los autos, suenan los perros,
la sombra de un charco se teje a sus pies.
Viejo, humo en el nido,
hace tiempo que vengo buscándole un sonido.
Queda algo suspendido
caminando la noche y la noche ya no es lo mismo.
Los bolsillos
tocando la piel,
buscando el calor,
escuchando las voces.
-Pensé que habíamos coincidido,
abrigos partidos por el frío.
El rencor que recorre los bares
es el tiempo que se ha perdido.
Viejo, tanto he bebido,
que no tengo el recuerdo de lo que ha sucedido.
Casas, andar incierto,
caminando la noche como si estuviera muerto.
Los bolsillos
tocando la piel,
buscando el calor,
escuchando las voces.
-Pensé que habíamos coincidido,
abrigos partidos por el frío.
El rencor que recorre los bares
es el tiempo que se ha perdido.
El viento helado errando hacia el amanecer,
las cuerdas del silencio, los tragos de ayer.
El vacío en el aire y la respiración
solitaria del rió, el aliento, el ardor.
Los abrigos deshechos, el pasto de miel
las colillas de invierno, la luz en los pies.
El crujido de los autos en el carril,
los charcos en la sombra reflejan el fin.
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5. |
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La calle está quemándose acá abajo.
Las piedras del verano vuelven a hablar.
Si este calor no nos tiende una mano,
y el humo de los hielos en las bocas
ya desistió y se pierde entre la gente
en la calle caliente.
La noche está perdiéndose en pezados.
Canciones en los vasos dejando atrás
a la ciudad que construimos juntos
en volutas de humo, dispersadas
para olvidar todos los problemas
que tengo en la cabeza (y arden).
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Madre Buenos Aires, Argentina
Nicolás Álvarez,
Hernán Wallach,
Joan Manuel Pardo.
Tomás Aversa.
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